SIN TON NI SONIA

Orlando (Juan Manuel Bernal) es un neurótico director de doblaje de series B que se desquita de todas sus frustraciones y enojos con sus compañeros de trabajo. Orlando vive con Sonia (Mariana Gajá), una mujer “new age” en búsqueda de la paz interior. Él, en crisis, sofocado por el amor de Sonia y tentado por la novedad de otra mujer, no es capaz de descifrar el complicado lenguaje de la vida en pareja de los jóvenes, y va de flor en flor revelando su incapacidad de estar solo. Por otro lado tenemos a Mauricio (José María Yazpik), un joven ermitaño y torpe para relacionarse que ama y al mismo tiempo desprecia a René (Cecilia Suárez), una hermosa mujer “postmoderna” complicada y sin autoestima. René, cansada de que Mauricio prefiera el ciberespacio y a su computadora, lo abandona por vigesimosegunda vez. Ambos disfrutan herirse emocionalmente de vez en cuando y disfrutan igualmente la reconciliación. Así, la dura realidad del mundo amoroso de estos jóvenes de hoy en día, con su dificultad para amarse, aceptarse, relacionarse y comprometerse, contrasta con la increíble y surrealista historia de Mamá Rosa (Tara Parra), una encantadora viejecita enfermera que encuentra su verdadera vocación como asesina serial dedicada a destruir parejas felices, desmembrando a los varones para salvar otras vidas con los órganos de sus víctimas a manera de venganza después de un descalabro amoroso. Orlando, quien dobla la voz de Kenneth Flamingo, el conductor de “Unavoidable Mysteries,” la serie amarillista norteamericana que sigue de cerca la pista de Mamá Rosa y de sus víctimas; René, su nuevo interés amoroso; y Ariel (Donald Cortés), un psíquico que ayuda en la investigación y que se enamora por telepatía de Sonia; se ven inmersos en un laberinto policíaco de asesinos y disparos donde todo, incluso el amor, es posible, como en la televisión.